Hace años, cuando visitamos Marruecos estuvimos en la ciudad de Fez y, como no, fuimos a ver las famosas curtidurías. De esto ya hace tiempo pero lo recordamos muy vivamente, tal vez por la ramita de albahaca que nos daban a los turistas para visitarlas. No entendíamos esa gentileza, pero rápidamente lo comprendimos. ¡El olor que emanan las pieles eran para desmayarse!
Si embargo, es un arte que se conserva desde la antigüedad y se mantiene en algunas exactamente igual que hace siglos. El espectáculo es digno de verse por su plasticidad y colorido.
En esta preciosa ciudad existen más de 50 tenerías, pues es una de las industrias típicas de Fez. La industria del curtido y teñido de las pieles se viene haciendo desde siglos y los productos empleados siempre eran naturales, granadina, excremento de paloma, cal viva, corteza de árboles, salvado de trigo, etc.
Hoy en día han ido modernizando la industria y ya no contamina tanto. Ahora son reciclados los materiales disueltos en el agua que antes se vertían a los ríos.
En la actualidad, aunque se sigue usando la cal viva también se añaden otros productos químicos, como por ejemplo el cromo. Un metal muy contaminante pero al utilizarse en polvo no necesita diluirse en agua y se puede reutilizar una vez reciclado.
Esta industria da trabajo a muchos hombres, pues todavía es todo muy artesanal.
Una vez sacadas las pieles de las tinas o barricas y bien escurridas, hay que extenderlas y dejarlas secar. El proceso llega a durar cuarenta días. Todo es muy manual y parece que nos remonte a etapas de siglos anteriores. Sin embargo, hoy en día las modernas tenerías de la ciudad realizan todo el proceso en dos o tres días y las hay que curten 200 pieles de cordero al día.
Cuando llevamos un bolso de piel no se nos ocurre pensar en el arte y el trabajo que existe detrás de él, y aunque los materiales sintéticos han avanzado mucho, ni que decir tiene que jamás podrán compararse con la nobleza y categoría de las pieles naturales.